sábado, 6 de septiembre de 2008

Una prisa matutina


Habían pasado años sin que me atraviera a observar el cielo. Y ésta mañana, como nunca antes, el sol parecía iluminarme entero. Parecía posarse sobre mi lecho esperando una reacción instintiva de mi parte. Y luego de un rato todo me parecía normal otra vez. Fué quizá una lluvia ultravioleta convertida en energía espiritual. Una prisa matutina por vivirlo todo, por reconstruír mi camino.
El día de hoy, sostengo en mis manos mi llanto para tirarlo al mar. Luego tengo planeado introducirme en la selva y buscar una cueva más. Y ahí, sin más, olvidar la luz del sol.

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