miércoles, 29 de octubre de 2008

La llama


Cuán larga es la estupidez que respiro...me ha dejado sólo, me ha cautivado entre sombras.

Por años sombríos me pude recrear, fungiendo de mil formas posibles, conectando mi realidad con la incongruencia del vulgo. Me arrastré cual gusano entre pasillos húmedos y oscuros, y depronto sufría espasmos al sentir que el vacío cobraba forma. Así la estupidez que aquejaba mi existencia se volvió parte de mí, al sentirme débil mientras leía cierta filosofía de antaño. Y otros tiempos igualmente se arrastraron tras de mí, para caer en forma de éstos años sombríos, de los cuales quedé debajo, imaginando que tus piernas liberaban la realidad y caminaban sin temor, salpicando carne, salpicando sangre, envenenando los sentidos y llevándome a la risa por cortas estaturas y ojos saltones, brazos enrojecidos y granos cubriendo el rostro más amable. Así me regocijo ante la desesperación de no entender cada cual su destino. Y cada uno tiene historia aparte, y cada uno tiene sangre por dentro.

Entiendo en tí, pero te vislumbro tras el fuego. Veo más brazos de los que en verdad tienes, y más cabezas de las que jamás imaginé. Veo en tí una cercanía peligrosa, pero realmente hermosa. Eres una llama más, y con mis rezos te apagas. Sé que podría desaparecerte de mí, pero es un tanto obsoleto el dejarlo todo así, ante mí, mi imágen, mi ser, mi olvido. Eres ese fuego que cualquier imbécil podría dispersar. No tienes fuerza ni resistencia, sólo el brillo que te he dado. ¿Y en verdad piensas seguir viviendo así?.

Yo prefiero arder, arder...arder....pero nunca cambiar mi estructura.



Ayer que desperté a tu lado


Te ví, como sombra enraizada, flotar a mi lado, ocultando tus miedos, si es que hubieren. Pero tras de mí se escondía otra realidad: Tú no tenías miedos, y bajo el suelo me atrapaban tus múltiples enfoques racionales, que sin ser precisos, me atormentaban por no haber construído a tiempo mi escalera.

Pasaron algunas horas sobre mí, y cada palabra y mirada que arrojaste, las guardé para el anochecer, pues el silencio impregnado en las cenizas horas de mi ausencia del -todo- me ayudan a comprender tus pretenciones. Podrías haber sangrado si tu tacto fuese más cercano, o pudiste haber burlado mi entendimiento, llegando al intento más ingenuo de descubrir mi torpeza; finalidad masiva del ser y estar presente en mi cueva solitaria. Y te introdujiste sin pensarlo demasiado...y te veo recorrer mis pasillos algunas veces. Y te observo hablar a lo lejos...y te escucho acercarte cuando en realidad te alejas.

viernes, 24 de octubre de 2008

Hombre


Hombre vivo.-

Respiras...y mientras respiras, ríes. Asomas la vista por la ventana de los vicios y te precipitas al vacío. No importa, pues sientes que el tiempo no avanza y te parece más correcto ignorar cualquier gesto.

Homo sapiens.-

La corrección de instintos primitivos e ingenios arquetípicos. Está el hombre con el pecho levantado, levantando los brazos y enraizado en lo profundo.
El hombre se levanta y no contempla cansancio existencial.

Hombre muerto.-

Respiras...y mientras respiras, dejas de hacerlo también. Ya no hay risa, ya no hay burla. Tampoco hay ligereza ni frivolidades. Está tu cuerpo echado al pantano de los que olvidan su rumbo.


El hombre, muy por lo regular, se come a sí mismo.

lunes, 20 de octubre de 2008

Por mi culpa, por mi culpa...por mi culpa...por mi culpa......


Si yo dejara de patear por un momento, quizá los ruidos de mi cabeza cesarían por una eternidad.
Si dejara de golpear mi pecho, quizá podría respirar nuevamente.
Pero si dejara de rezar, pienso que todo el mundo se volvería un absurdo, una constante frivolidad que penetráse hasta los más cálidos pensamientos.
Si dejara de culparme, dicen, comenzaría a vivir sin destino. -¿Y ésto me conviene? - Me pregunto en silencio, y me responde el viento con palabras hechizantes que jamás lograría entender, pero sin embargo desmenuzo su misterio y entiendo que mi conducta debe erguirse sobre una genialidad.
Aunque disfruto el olor de entrañas rojas, cuando camino entre ratas me carcome la idea de no saber qué estoy oliendo. Y naufrago en la melosidad de la ignorancia, empapando ideas que brillaron en algún tiempo en que no tuve ideas.
Si yo dejara de existir, ¿tendría razón la inexistencia?. ¿Qué caso tendría inexistir en el tiempo?, ¿qué podría regresarme la virtud de ser en la premura existencial?. ¿Por qué nadie cuestiona la omnipresencia de lo trivial?.
Por mi culpa ensoñaron las aves desplomadas hacia el mar. Por mi culpa detuvieron su vuelo hacia sueño ignotos, por mi culpa, él está allá arriba; Por mi culpa estoy abajo, por mi culpa es que estamos vivos, por mi culpa es que estaremos muertos.
Si yo dejara de ser culpable...¿qué caso tendría, para unos pocos, levantar fantasías sobre incertidumbres congéneres?.
Pero sí, sueñan y elevan sus sombras, para darle razón a la inmensidad; siendo ellos mismos una masa perpleja.
Esos "pocos" representan la ausencia del todo en formas oblícuas que impactaron la voracidad del ser humano.
Y mientras camino, rezo, imploro al abismo por el cual descendo y crezco a través. Y sin situarme en algún punto divino, creo, me arrodillo y sangro. No me importa, pues sigo existiendo. Y si dejase de existir, lo haría fundiéndome en otra piel. Nunca perderé mis lazos con ésta aventura humana. Antes que salir de mí...volvería a culparme. Así, cuantas veces sea necesario. Así, hasta que el velo del engaño sacuda las pasiones colectivas. Así hasta que descubra mis alas, mi corona y mis ganas de reinar. Así hasta que perdamos la imperfección...
Hay luces en el cielo, hay ruidos subterráneos, hay movimiento en todas partes. Existen gotas de otros mundos, situaciones paralelas; historias invisibles, voces silenciosas...existen verdades enterradas.
Y de eso también somos culpables.

martes, 14 de octubre de 2008

No entiendo


No entiendo...pero tampoco pretendo entenderlo. Si lo quisiera, arriesgaría hasta mi vida por ello. Y no es falta de interés, por cierto. Es sólo que si yo entendiera lo que intenta expresarme con su furtiva mirada, arrastraría tras de mí culpas que no me incumbren, sueños que acosarían mi fantasma ingenuo.
Lo fuerte que parecemos al caminar por las calles y desdeñar miradas que jamás nos miran, se parece más a la ineptitud de no tener poder y pisar las manos de quienes nunca han caminado. Y así como te mueves despreocupado, contoneando tu inhumana precisión; llegará el día en que descubras, de aquellas manos pisoteadas, tus uñas resquebrajadas.
No entiendo, sin embargo, por qué podrías pensar que el mañana será mejor, si día tras día perdemos la ubicación. Y por más vueltas que démos, el mareo es generacional, como bien podrás comprender, pues el ayer fué tu única oportunidad de poder preveer el oleaje que hoy desprende el costumbrismo sepultado.
Así como nosotros, se pudre también la razón.

jueves, 9 de octubre de 2008

Yo sólo quería...escribir.


Yo sólo quería estar ahí sentado, ver correr la humedad de mis ojos. Ver perderse mis impulsos, ver un caldo concentrado de pasiones infrahumanas. Pero siempre que intentaba inhalar la calma se agudizaba mi interior, como queriendo contener mi arrojo por un instante. Y la vida comenzaba a fluír nuevamente, ante mi desperdicio.


Yo...yo sólo deseaba consumirme en mis sueños, entre mis sábanas, bajo mi almohada. Olvidar que tu ser es una realidad. Y por tal motivo cerré los ojos y me dispuse a la agonía, contemplando tu sombra venir a mí con su fatal intento de asesinarme otra vez. Empero el plano de ésta ilusión debía contener en su fantasmal esencia un último roce, por lo que tomé tu mano, que empuñaba un friolento gesto dispuesto a enterrarse en mi pecho desnudo; la llevé a mi rostro y estampé en él tu mirada grosera, que viajó hasta llegar al corazón, que murió al instante.


Un minuto de silencio imperó, cuando me ví adoptar una forma parecida a las cosas que se revelaban tangibles, como la sábana misma, como la sangre que la pintaba, como tu cuerpo ensangrentado, como tu piel aniquilada.


Yo sólo quería invertir las presencias, como sin embargo hice. Pero no pensé jamás que pudiera desvestir tu interior. ¿Dónde está ese brillante cúmulo de fantasías?. Yo sólo veo un jugo rojo apestoso, insano derrame que me recubre mientras comprendo tu extinción.


Y lo peor es que ya no tengo sueño.

jueves, 2 de octubre de 2008

Silencio


No era su vocación asesina, era su deseo de impactar mi interior

No cabía su paciencia, se involucraba innecesaria entre mi voz

Ella era la figura y yo el artesano. Labraba su cuerpecillo al ritmo del corazón y diluía en su rostro mis tristezas.
Lo difícil fué encontrarle nombre, pues lo que yo en verdad quería era dejar de llamarla Soledad....