jueves, 9 de octubre de 2008

Yo sólo quería...escribir.


Yo sólo quería estar ahí sentado, ver correr la humedad de mis ojos. Ver perderse mis impulsos, ver un caldo concentrado de pasiones infrahumanas. Pero siempre que intentaba inhalar la calma se agudizaba mi interior, como queriendo contener mi arrojo por un instante. Y la vida comenzaba a fluír nuevamente, ante mi desperdicio.


Yo...yo sólo deseaba consumirme en mis sueños, entre mis sábanas, bajo mi almohada. Olvidar que tu ser es una realidad. Y por tal motivo cerré los ojos y me dispuse a la agonía, contemplando tu sombra venir a mí con su fatal intento de asesinarme otra vez. Empero el plano de ésta ilusión debía contener en su fantasmal esencia un último roce, por lo que tomé tu mano, que empuñaba un friolento gesto dispuesto a enterrarse en mi pecho desnudo; la llevé a mi rostro y estampé en él tu mirada grosera, que viajó hasta llegar al corazón, que murió al instante.


Un minuto de silencio imperó, cuando me ví adoptar una forma parecida a las cosas que se revelaban tangibles, como la sábana misma, como la sangre que la pintaba, como tu cuerpo ensangrentado, como tu piel aniquilada.


Yo sólo quería invertir las presencias, como sin embargo hice. Pero no pensé jamás que pudiera desvestir tu interior. ¿Dónde está ese brillante cúmulo de fantasías?. Yo sólo veo un jugo rojo apestoso, insano derrame que me recubre mientras comprendo tu extinción.


Y lo peor es que ya no tengo sueño.

No hay comentarios: