domingo, 14 de marzo de 2010

Avance experimental de "Morfeo no sale con el hombre"

Pues sí...regresa oficialmente mi actividad en el blog, que suspendí varios meses.
Hace tiempo publiqué aquí un fragmento de un proyecto literario sobre la vida de un individuo llamado Morfeo. Para más información, checar las entradas antiguas del blog.
Hoy traigo otro pedacito más, un avance de uno de los capítulos de ésta misteriosa historia. Se trata te "Morfeo no sale con el hombre". Espero sea de su agrado:

(...)
Morfeo, ¡hijo de puta!. ¿Por qué te empeñas en jugar a la guerra con soldados?. Todos son iguales, ya lo sabes. Todos agachan la cabeza ante su general...y tú no tienes ningún grado militar. Morfeo, por Dios...termina ya con tu suicidio.

Inquilinos

Morfeo y el hombrecillo estaban hospedados en el prestigioso Hotel Bodegón. Como ya sabemos, nuestro personaje no solía abandonar su habitación durante sus estancias en el hotel. No hasta que vió, desde el balcón, a ese hombre merodear la zona de la piscina, con unas sandalias negras que de inmediato cautivaron la extravagante mente del Morfeo. Así comenzó a hacerse presente en los pasillos y diferentes zonas del hotel, con el fin de toparse con aquél hombre, que sabía terminaría por vincularse a su vida, tarde o temprano. (...)

No piso la arena descalzo, por los cangrejos

Morfeo ya habíase obsesionado con ahogar a su amigo en el mar, pero no hallaba el lenguaje adecuado que le permitiera convencer a éste de salir a dar un paseo con él por la playa, durante el ocaso. El pretexto siempre era el mismo: Al hombrecito no le gustaba caminar por la arena descalzo, pues temía que algún cangrejo pellizcara y deformara alguno o varios de los hermosos dedos de sus perfectos y cuidados pies. Quizá no hubiera tenido ningún inconveniente en pasearse portando sus sandalias negras, de no haber sido porque Morfeo las robó. Por supuesto, la creatividad surrealista del sucio muchacho le había jugado una brillante broma. ¿Por qué no ponérselas en la nariz y cerrar los ojos, imaginando que éste percibía un olor diferente al de la sal de mar y la pesadez de un caluroso día de verano?. Pero no, al final de cuentas, las utilizaría para decorar su próxima obra de arte. Y es que sí, en ese barrio todos seguían siendo artistas.

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